LA LEYENDA DE DIEGO DE SALCEDO

LA LEGENDA DE DIEGO SALCEDO

La Leyenda

En los comienzos de la conquista de Puerto Rico, los españoles esclavizaron a los habitantes de la isla. Los tainos creían que los españoles eran inmortales y por eso toleraron sus atropellos.

El cacique Urayoán se molesto mucho por los abusos a los que eran sometidos. Para ver si era cierto que los españoles no morían, dio instrucciones a sus hombres de que trataran de ahogar a un español.

La oportunidad de cumplir con la orden del cacique se les presentó a los indios cuando un joven español, llamado Diego Salcedo, les permitió que lo pasaran en hombros al otro lado del río Guaorabo (Añasco), para no mojarse la ropa. Los indios lo cargaron, mas cuando llegaron en medio del río lo dejaron caer y lo mantuvieron debajo del agua. Después lo sacaron a la orilla y lo velaron por varios días. El español estaba realmente muerto.

Una vez corroboraron su muerte, los taínos también corroboraron la no divinidad de los demás españoles. Enterados los caciques de la isla, deciden declararles la guerra. Sigue leyendo

LA PESTE NEGRA MEDIEVAL

Y había muchos que morían en la calle de día o de noche, y otros, aunque morían en casa, notificaban a sus vecinos su muerte con el olor de sus cuerpos corrompidos.”

Bocaccio, Decamerón (1351).

Cuando se evoca el siglo XIV europeo, la imagen que devuelve la historia es la de crisis total. Durante estos años Guerra, Peste, Hambre y Muerte no fueron cuatro jinetes simbólicos que cabalgaban en el libro del Apocalipsis de Juan, sino la realidad cotidiana con la que Europa despedía al período medieval.

Al comenzar el siglo XIV, el mal clima y las escasas cosechas encarecieron el precio de los productos, haciendo cada vez más imposible que los modestos campesinos accedieran a una alimentación básica y facilitando el debilitamiento de las defensas inmunológicas. Al hambre general pronto se le sumó una guerra devastadora para Inglaterra y Francia: en 1339 comenzó la Guerra de los Cien Años, que contribuyó aún más a debilitar la actividad económica por las grandes pérdidas humanas y la destrucción de los campos.

En estas condiciones, la importante ciudad comercial de Florencia comienza a experimentar extrañas muertes masivas, y los primeros síntomas de una peste comienzan a manifestarse en 1348.
Los barcos que atracan en los puertos italianos, venidos de Oriente, transportan ratas infectadas que, a través de sus pulgas, transmiten la bacteria a la población humana.

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¿MURIÓ REALMENTE ADOLF HITLER?

Saltó la noticia cuando Abel Basti, un periodista argentino, declaró haber encontrado pruebas que demostrarían que Adolf Hitler no se suicidó en 1945 como, según Basti, nos han hecho creer todas las fuentes oficiales.

Es una “leyenda urbana” muy conocida la de que Hitler huyó de su fatídico destino tras la entrada del Ejército Rojo en las calles de Berlín que acabaron con la capitulación del III Reich frente a Stalin y el resto de fuerzas aliadas. Son también conocidas las hipótesis que hablan de asentamientos nazis en América del Sur, principalmente Chile. Algunas de estas hipótesis siempre barajaron la posibilidad de que el mismo Adolf Hitler estuviese en uno de esos “paraisos nacionalsocialistas” en América.

Muchos dirigentes del III Reich y de su maquinaria de destrucción en Alemania y los demás países del Eje huyeron a América vía España y Austria. El gobierno de Franco ayudó a muchos a huír, y el de Perón a refugiarse. Son conocidos varios casos en Argentina investigados por el Mosad, así como las ya citadas colonias de Chile. Menos conocidos son los casos del sur de Brasil, donde se alojaron muchos nazis austriacos y Uruguay y Paraguay donde incluso participaron en la segunda mitad del siglo XX en la creación de Juntas Militares que instauraron sendas dictaduras. Por último está el caso de los Ustachás croatas que se afincaron en Bolivia en el departamento de Santa Cruz.

Todo esto es conocido y fácilmente demostrable, lo sorprendente sería probar que entre todo ese tránsito de genocidas que escapaban de la justicia internacional con el beneplácito de las dictaduras hispanoamericanas también se hubiese “colado” el mismísimo Führer. Basti dice tener pruebas que aseguran que Hitler, Eva Braun y 13 de sus hombres llegaron a Barcelona el 27 de abril de 1945 desde Linz en un Junker 290, número de serie 0163, código PIPQ. Una vez que llegaron a España, se subieron a un submarino y fueron rumbo a Argentina, donde termino sus vidas apaciblemente.

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