EL SENDERO DE LAS LÁGRIMAS

Andrew Jackson resultó elegido presidente de Estados Unidos y en 1830 puso en práctica la Indian Removal Act (que es como se denominó dicha Ley) suponiendo la confiscación de tierras indígenas al este del Mississippi y la deportación de todos los indios de esos territorios. De nada sirvió a los cherokees apelar a los tribunales. La suprema corte les dio parcialmente la razón considerando que, la legislación de Georgia en contra de la propiedad cherokee, era ilegal pero modificando en ese mismo decreto el estatuto jurídico de los cherokee por lo que:

«…si bien los indios tienen un derecho indiscutible e indiscutido a las tierras que ocupan (…) cabe sin embargo, dudar que las tribus que residen actualmente dentro de las fronteras reconocidas de los Estados Unidos puedan con derecho ser llamadas naciones extranjeras. Es más correcto llamarlas naciones domésticas dependientes (…) La nación cherokee es, pues, una comunidad distinta que ocupa su propio territorio dentro de los límites claramente definidos y en el que las leyes de Georgia no se aplican (…) Las relaciones entre los Estados Unidos y esta nación incumben totalmente al gobierno de los Estados Unidos».

La expulsión fue un hecho y afectó básicamente a aquellos pueblos que paradójicamente hicieron tanto por asimilarse al hombre blanco y que se les conocía como «las cinco tribus civilizadas»: choctaw, chickasaw, creek, cherokees y seminolas. La mayor parte de esos pueblos fueron enviados al oeste, con frecuencia mediante marchas forzadas que ocasionaron miles de muertos. Los hogares y posesiones de los cherokees fueron saqueados. El centro cultural y de aprendizaje de los indios, Spring Place Mission, fue convertido en una taberna para blancos. La milicia de Georgia, destrozó la imprenta del «Cherokee Phoenix», auténtica señal de identidad de la tribu.

Pero el hecho más grave se daría en 1838 cuando la nación cherokee fue expulsada de sus territorios y a través de lo que se denominó «el sendero de las lágrimas» (ver mapa) obligada a recorrer más de 1.500 Kms. A lo largo de dicha marcha o como resultado de la misma, perecieron 4.000 cherokees.

Toda la miseria y todo el horror de ese traslado quedó reflejado en el libro titulado «Sendero de las Lágrimas», escrito por John G. Burnett, capitán de la compañía Abraham MaCllan, 2º regimiento, 2ª brigada de la Infantería montada, que intervino en dicho traslado.

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